Padre de bondad y misericordia, fuente inagotable de vida y felicidad, te pido, por intercesión de San Pío, me concedas ser semejante a él: sencillo y humilde, como las florecillas del campo, libre y alegre, como los pájaros del cielo; pobre y laborioso, como su san Francisco, porque confío en tu Amor y en tu Gracia. Hoy te ofrezco libremente cuanto soy y cuanto tengo: deposito mi pasado en tu misericordia, encomiendo mi futuro a tu providencia y me quedo tranquilo como un niño pequeño en brazos de su madre cariñosa, tratando de vivir un día a la vez. Te entrego mi memoria, mi inteligencia y mi voluntad. Te consagro mis fuerzas y mis límites: tómame como soy y haz de mí como hiciste de Pío de Pietrelcina, un buen cristiano y un honrado ciudadano que te alabe sirviendo a mis hermanos.
Padre mío que estás en los cielos, ¡qué dulce y suave es saber que Tu eres mi Padre y que yo soy tu hijo! Sobre todo cuando está oscuro el cielo de mi alma y más pesada es mi cruz, es cuando siento la necesidad de repetirte: ¡Padre, creo en tu amor por mí!
Sí ¡creo que tú eres para mí Padre en cada momento de la vida y que yo soy tu hijo!
¡Creo que me amas con amor infinito!
¡Creo que velas día y noche sobre mí y que ni siquiera un cabello se cae de mi cabeza sin Tu permiso!
¡Creo que, infinitamente Sabio, sabes mejor que yo, aquello que me conviene!
¡Creo que infinitamente Potente, puedes traer el bien a pesar del mal!
Creo que, infinitamente Bueno, haces que todo sirva para el beneficio de los que Te aman: ¡y aún, bajo las manos que golpean, yo beso Tu mano que sana!
Creo,… ¡Pero aumenta en mí la fe, la esperanza y la caridad!
Enséñame a ver siempre tu amor como guía en cada evento de mi vida.
Enséñame a abandonarme a Ti como un niño en los brazos de la mamá.
Padre, Tú sabes todo, Tú ves todo, Tú me conoces mejor de lo que me conozco yo mismo: ¡Tú puedes todo y Tú me amas!
Padre mío, dado que Tu quieres que siempre recurramos a Ti, heme aquí con confianza para pedirte, con Jesús y María… (pedir la gracia que deseas).
Por esta intención, uniéndome a Sus Sacratísimos Corazones, Te ofrezco todas mis oraciones, mis sacrificios y mortificaciones, todas mis acciones y una mayor fidelidad a mis deberes. [1]
¡Dame la luz, la gracia y la fuerza del Espíritu Santo!
Confírmame en este Espíritu, de modo que yo no lo pierda nunca, ni lo entristezca, ni lo debilite en mí.
Padre mío, ¡es en nombre de Jesús, Tu Hijo, que te lo pido!
Y tu, oh Jesús, abre Tu Corazón y mételo adentro el mío, junto con el de María ¡ofrécelo a nuestro Padre Divino!… ¡Obtenme la gracia que necesito!
Padre Divino, llama hacia Ti a todos los hombres. ¡Que el mundo entero proclame Tu Paternal Bondad y Tu Divina Misericordia! Sé para mí tierno Padre, y protégeme por todas partes como la pupila de Tus ojos. Haz que yo siempre sea digno hijo Tuyo: ¡ten piedad de mí!
Padre Divino, dulce esperanza de nuestras almas
¡Qué Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres!
Padre Divino, bondad infinita que se infunde sobre todos los pueblos!
¡Qué Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres!
Padre Divino, rocío beneficioso de la humanidad
¡Qué Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres!
(Sor Eugenia Ravassio)
[1] Si se reza esta oración como Novena añadir: “Te prometo ser más generoso, especialmente en estos nueve días, en tal circunstancia … con tal persona …”.
Indulgencia parcial
† Mons. Girard
Vic. Apost. Il Cairo Egipto
9 Octubre 1935
† Jean Card. Verdier
Arzobispo de París
8 mayo 1936
PADRE, LA TIERRA TE NECESITA
Padre, la tierra te necesita; El hombre, cada hombre, te necesita;El aire, pesado y contaminado, te necesita; Te ruego, Padre,Vuelve a caminar por los caminos del mundo;Vuelve a vivir en medio de tus hijos; Vuelve a gobernar las naciones; Vuelve a traer la paz, y con ella la justicia; Vuelve a hacer brillar el fuego del amor, para que – redimidos del dolor – podamos volvernos criaturas nuevas. Amén
María Teresa D’Abenante
PADRE, DÓNAME
Padre, dame un profundo deseo de amar continuamente; hazme sentir que cada instante que pasa no podré vivirlo sino en Amor; hazme probar un profundo sufrimiento por todo el tiempo perdido y por todo el tiempo que pueda perder. Padre Celestial, ordena a mi espíritu vivir cada instante en el Amor y aunque mi cuerpo esté distraído, mi espíritu pueda amarte continuamente; y en Ti, Contigo y por Ti, pueda amar al universo entero y a cada criatura que pasa a mi lado. Padre, sólo esto quiero, y quiero que ninguna sombra de desamor ofusque mi espíritu, de forma que, al momento de mi muerte yo quede extasiado mirándolo resplandecer de Tu misma Luz. Amén.
María Teresa D’Abenante
CONSAGRACIÓN
ORACIÓN DE ABANDONO – CONSAGRACIÓN A DIOS PADRE
Padre, me pongo en tus manos. Has de mi lo que quieras, sea lo que sea te doy las gracias. Estoy dispuesto ha todo, lo acepto todo con tal de que Tu Voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más Padre, te encomiendo mi alma, te la entrego con todo el amor de que soy capaz, porque te amo y necesito darme a Ti, ponerme en tus manos sin limitación, sin medida con una confianza infinita porque Tu eres mi Padre.
Beato Charles de Foucault
ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA CONSAGRACIÓN
Gracias Padre eterno, por la vida que me has dado. Hoy me consagro en cuerpo y alma a seguir Tu Voluntad; que la ayuda y sabiduría del Espíritu Santo me guíen y que sea Jesucristo el ejemplo y amor a seguir.
Me uno a las manos de mi Madre Celestial para que me guíe por el camino de la verdad y permita que en mi mente no haya malos pensamientos, de mi boca nunca salga una mentira y que mis manos nunca cometan actos impuros.
Libérame de las ataduras del pecado y que en el Nombre de Jesús, toda la humanidad se arrodille y reconozca quien es el salvador de las almas. Que el miedo nunca se apodere de mis sentidos y que mi corazón sea purificado en el Amor de Cristo Jesús.